Perpetrado por Pepe Díaz
Hace unos años Josetxo, nuestro mundialista, me pidió que llevara a pescar a un amigo suyo, venido de Eslovaquia, un par de días ya que él no podía por motivos de trabajo, acepté de buen grado y me llevé al Pirineo y al Arga a un jovencísimo pero ya veterano mosquero Vlady, un chaval serio, educado y con una técnica de lance de academia. Josetxo conoció a Vlady y a su padre, como guías durante los entrenamientos para el mundial que tuvo lugar en los Tatras allá por el 2.004, en seguida hicieron amistad y más tarde les invitaría a conocer los ríos de nuestro país.
Lo pasó muy bien aquí, así que en cuanto pudimos, Carlos, mi compañero de peripecias por Irlanda y Escocia y quien suscribe, comenzamos con los planes. Casualmente Vlady me envió entonces un correo por si sabíamos de algún amigo interesado en pescar con él ya que tenía huecos después de la celebración del Mundial Juvenil de mosca en Liptovski Mikulas, su ciudad, durante el verano. ¡La suerte estaba echada! Nos pusimos manos a la obra (en realidad Carlos) y reservamos unos billetes para Viena y un coche de alquiler. A Aritz César, con quien pesco mucho el Pirineo, le gustó el plan y se apuntó también, el equipo era perfecto: Carlos en la logística, yo en el aspecto técnico (cerveza y pesca) y Aritz cocinero y cebo para las checas, sólo quedaba esperar a que llegara el ocho de agosto.
Aterrizamos en Viena sin complicaciones y fuimos a por el coche, un modelo más pequeño que el elegido y con un recargo extra por circular por Eslovaquia, razonable a la vista de lo locos que están los conductores allá. Cruzamos la frontera y a los veinte minutos nos pusieron nuestra primera multa, en Bratislava, de entre 10 y 60 euros ¿¿¿??? Por supuesto pagamos 10, para eso somos españoles. El resto del camino hasta Liptovski, sin problemas, bueno hasta que paramos en una taberna de carretera para echar la primera birra y un buen hombre se acercó, pensamos que a pedir limosna, y lo mandamos a T.P.C., en realidad aquello era un parking y él el cobrador, le pagamos al marchar después de ver los carteles y pedirle disculpas.
(Nota para los que hagáis este y otros viajes: no olvidéis llevar un TOM-TOM con la cartografía del lugar actualizada, si no es por el de Carlos todavía estamos allí)
Después de cruzar medio país acompañados por la silueta de los Cárpatos, aquello recuerda a nuestra Cornisa Cantábrica pero con evidentes signos de comunismo aún reciente, el paisaje se volvió más abrupto, los ríos que cruzábamos más claros y llegamos a Liptovski. Buscamos una terraza y pocos minutos después de llamar a Vlady ya compartía nuestras segundas cervezas checas. Nos acompañó a nuestro alojamiento, un ático de la casa de un amigo, preparado para alquilar durante la época de esquí y nos sugirió un lugar para cenar al que volvimos casi todas las noches.
Mientras cenábamos, sobre nosotros, en una discoteca de la planta superior, los participantes celebraban la clausura del Mundial Juvenil y los competidores españoles más que nadie: segundos por equipos y un segundo individual eran motivos más que suficientes y eso que no conocían antes los tímalos pero Vlady les echo un capote... No quisimos entrometernos, era su momento.
LA PESCA:
Nos levantamos temprano la primera mañana y espontáneamente surgió una rutina que se repetiría más o menos cada día: Levantarnos, desayuno y compra cerca de casa de Vlady, carretera (15 minutos unos días, hasta una hora el resto), permisos y charla-compra en la tienda o club de pesca local, pesca, bocata, pesca, regreso, cena, cervezas y cama. No sé las veces que Vlady se partió de risa recordándonos que en un correo le dije que no se preocupara porque nosotros no éramos obsesos como Josetxo, o Pablo, capaces de estar 15 horas sin descanso en el río. ¡Qué va! ¡Sólo estábamos 10 o 12 horas de nada cada día! ¡Y en todos era el anochecer quien nos sacaba del río que no salíamos por voluntad propia!
Poprad 1
Nuestro primer contacto con aquellos ríos no pudo ser más prometedor: era lo que esperábamos después de ver el documental que Toño hiciera para "Caza y Pesca" con Pablo Castro, Josetxo y los Urruzunos, guiados por Vlady, en aquellar tierras ya que pescaríamos ríos diferentes pero con características similares y, como también les ocurriera a los campeones, los ríos estaban todavía de bajada después de un fuerte temporal.
Vlady nos llevó a la parte alta del Poprad, un tramo de río de suaves tablas y fondo de cantos pequeños y oscuros con una población inagotable de tímalos y truchas de tamaño medio y pequeño. Pescamos casi todo el tiempo al hilo con dos ninfas pequeñas que truchas y tímalos tomaban generosamente. Particularmente recuerdo de ese tramo una vena excavada junto a la orilla por un afluente que me proporcionó picadas, casi a cada lance, de tímalos de 30 para arriba en toda su longitud, pero que al volverla a pescar, días más tarde, sólo me proporcionó varias truchas. Ejemplos como este sirven para reflexionar sobre lo que sabemos y lo que no, porque tras un día de fortuna parece que ya le hemos cogido el truco y lo sabemos todo (Carreré) mientras que al siguiente no sabemos nada si los peces no pican.
Por la tarde subimos a .......... una bifurcación en una zona urbana recreativa donde, observados por los paseantes, pescamos bastantes truchas repobladas a seca
SPISSKA NOVA, EL PARAISO ESLOVAKO:
Aquel día nos reunimos con la selección de Sudáfrica, a los que Vlady había asesorado durante la competición (a dos de los españoles, Marc y Gerard, les ayudó antes de la competición y ya se ha mencionado el resultado), para pescar lo que allí llaman The Slovak Paradise, un pretencioso nombre para un parque natural que, a pesar de su encanto, no tiene comparación con algunas de nuestras joyas, pero ya se sabe: lo nuestro no lo sabemos apreciar, es algo muy español.
En las estribaciones de los Low (bajos) Tatras el río Hornad atraviesa una región de blanquísima caliza formando unas gargantas impresionantes, pobladas por un denso bosque de oscuros abetos, píceas y hayas que dan al lugar una silenciosa atmósfera de leyenda que cautiva a los numerosos visitantes. No pudimos hacer muchas fotos porque durante todo el día se sucedieron tormentas que en un marco semejante, comparable a los Alpes, nos sumergían en momentos de oscuridad en pleno día, rota sólo por los destellos y el estruendo de los rayos (eso sí: nadie soltó la caña ni un minuto).
Dejamos a los sudafricanos en las inmediaciones del acceso al Parque y nos zambullimos en aquella espesura: el río, que generalmente es absolutamente transparente, se fue enturbiando y la pesca se puso difícil, no obstante, el hecho de estar allí era suficiente recompensa y algunas truchas pequeñas picaban de vez en cuando. Al final del día los africaners se habían marchado y los cuatro habíamos pescado alrededor de la docena de truchas de 20-24 cm. y varios tímalos de hasta 30, sin hacer caso a los continuos chaparrones. Nos esperaba una ducha bien caliente y una sopa en el restaurante de la discoteca.
SOPA DE BERZA:
Carlos, que es hombre de mundo, viaja mucho, se fijó en seguida que en las cartas de menús siempre aparecía una larga lista de sopas. Comentó que debía tratarse de una tradición local y Vlady nos sacó de dudas dándole la razón y explicando las diversas variedades que toman habitualmente en la región. La más popular es la sopa de berza. Nada más que escucharlo me produjo náuseas pues unos vecinos, cuando era niño, cocían berza, cada día del invierno, en el piso debajo del nuestro. La berza allí se somete a un proceso de fermentación con otras verduras para preparar dicha sopa, Carlos y Aritz aceptaron probarla y les encantó, yo me negaría hasta que la mojadura del Paraíso me obligó a probarla y tuve la agradable sorpresa de que aquello no recordaba para nada a nuestra berza cocida. Otras sopas, como las de ajo o queso, también nos encantaron, venían presentadas en un gran cuenco con buenos tropezones o picatostes, el reconstituyente perfecto después de un día entero de remojones.
NOTA: Tomando una sopa, 3-4€, y un plato principal (carne y vegetales o patatas fritas o cocidas) acompañados por un par de pintas nos cobraban unos 50€ los cuatro para cenar, no compensaba hacer compra para cocinar en el apartamento y menos llegando todos los días más tarde de las 11:00.
Río Bela
LIPTOSKI HRADOK, EL MÍTICO RÍO BELA
Nada más asomarnos al puente supimos que aquel río nos iba a encantar: era un río de fondo granítico y agua clara con un cauce más rápido que otros de la región, al estilo de nuestros ríos, sobre el claro fondo podíamos ver las sombras de los tímalos ninfeando al sol.
La visibilidad era muy buena a la hora de vadear y localizar los peces pero al poco de comenzar se iría ensuciando sin que ello afectara a la actividad de los peces en esta ocasión. El tramo que pescamos había dado 67 tímalos en una manga de tres horas pescada por un adolescente francés a seca durante el pasado mundial, esto puede dar una idea de las posibilidades del famoso río Bela.
Al contrario que en el resto de ríos que conocimos, con peces de un tamaño medio y uniforme, aquí encontramos una ingente cantidad de tímalos pequeños (20 a 24) y, al mismo tiempo ejemplares grandes (hasta 40) en las posturas mejores. Con la trucha ocurría igual, de hecho aquí es donde obtuvimos las mayores marrones, de casi 50, de un bonito marrón dorado.
Después de quitarme el mono, a ninfa al hilo en las tablas y a polaca en las zonas más profundas, donde los tímalos grandes tomaban con confianza los perdigones con lágrima de 3.6, color chicle, que me preparara Javi Sánchez (recordemos que los ríos estaban de bajada y apenas se pescaron las zonas profundas durante el campeonato), llegué a una tabla donde casi no me fijo en las cebadas. En plena corriente fuerte y profunda se cebaban los tímalos, discretamente, a las pequeñas hormigas aladas, apenas 3mm., que bajaban, todavía vivas, arrastradas por la corriente. Los peces subían fulminantes desde el fondo para tomar las moscas rechazando mis primeras ofertas. Hasta que no me decidí por los culos de pato no lograría picadas, no obstante, tampoco así lo estaba haciendo bien. Lanzaba con curva para evitar el dragado de la fuerte corriente y los peces me subían con aparente confianza pero no conseguía clavarlos, sólo los revolcaba sin siquiera pincharlos, pensaba que hubiera hecho el ridículo pescando al par del francés de las 67 capturas que era sólo un crío. En 80 metros y menos de una hora me subieron no menos de 100 peces de los que no habría desanzuelado más de la docena.
Bajé a echar el bocata con mis amigos bastante desolado. Recuperado por el bocata, el resol y el buen humor de mis tres amigos, que estaban disfrutando como enanos, regresé a aquella tablona para intentar poner remedio a mis penas. Al final el problema era que les clavaba demasiado pronto, la boca del tímalo es más pequeña y orientada hacia abajo y su subida más evidente, más "arriba", que la de nuestras truchas, así que me estaba precipitando y cuanto más me esforzaba peores resultados conseguía. Pasados los días y después de hablarlo con Vlady y en particular con Aritz que fue quien metió más horas pescando a seca, (seguro que su seda ha sido de las pocas en posarse en los ríos de Eslovaquia), me daría cuenta de que la tranquilidad suele ser la solución a muchos problemas.
El tímalo aguanta relativamente bien la mosca seca una vez la ha tomado, por lo que a menudo se pesca muy bien a la subida, sin controlar exactamente la posición de la mosca lo que resulta de gran ayuda con una especie muy tikis-mikis con el tamaño y cantidad de pluma de las secas y exigente con los bajos pues si se produce el menor dragado generalmente rechaza pese a haberse situado frente al engaño.
Kezmarok
Creo recordar haber escuchado a Vlady decir que este tramo del Poprad era probablemente el mejor tramo de Eslovaquia, no estoy completamente seguro, de lo que sí que lo estoy es de que es aquí donde mayor densidad de tímalos mayores de 30 encontramos al par que otras especies desconocidas para nosotros como el "Chubb" y los barbos autóctonos de la región. Lamentablemente el río bajaba muy turbio por trabajos de drenaje en algún afluente por lo que la pesca resultó difícil durante la mañana en el tramo más natural y mejor conservado que visitáramos en Eslovaquia.
Entramos en un tramo de corrientes con venas profundas en cuya protección se escondían los peces. Nada más comenzar, Vlady eligió una de esas posturas más lentas entre dos corrientes y le vimos sacar un buen número de tímalos y truchas de la media, yo, que le seguía, volví a pescarlo, logrando varias capturas más y mi primer Chubb, que resultó ser simplemente un cacho ("leuciscus cephalus"), muy apreciado allí porque toman bien las secas y que puntúa en sus competiciones locales, además, al igual que nuestros barbos, presenta una dura batalla y, a menudo, alcanzan buen tamaño.
Estaba claro que los peces estaban concentrados en zonas protegidas después de las riadas de las semanas anteriores, así que nos disgregamos, buscando zonas propicias en aquellas fuertes corrientes. Carlos, el más tranquilote, se rezagó pescándolo todo sin prisas y así obtuvo su fugaz recompensa: pudimos ver como un gran pez tomó sus ninfas en medio de aquellas corrientes pero sólo fue capaz de mantenerlo unos instantes, lo justo para vislumbrar su enorme silueta antes de lanzarse, imparable río abajo. Vlady confirmó que debía ser un Hucho, un salmón del Danubio, el rey de aquellas latitudes, que yo buscaría durante todo el viaje sin resultado. En cualquier caso, ya por la tarde, y pescando a seca, Carlos clavó, y esta vez sacó, varios Chubb de más de 50cm que me vinieron muy bien para defender que lo que por la mañana le rompiera no era mi hucho soñado. Por encima de las corrientes tuve la gran oportunidad de pescar tímalos a pez visto, en aguas paradas, pegados a una larga orilla en playa, pero salían pitando como los reos en aguas someras, así que no perdí mucho tiempo y me fui directo a la entrada de la corriente a continuar disfrutando. Es interesante destacar, ya que con la trucha no sucede así, que una vez localizado el punto entre el parado y la corriente donde estaban los tímalos, los conseguía allí y sólo allí, juntos, no encima ni tampoco debajo, en posturas idénticas, y volviendo a pescarlo cuando me alcanzaron mis compañeros seguían picando en el mismo lugar, aunque menos, habían regresado a su postura, pero tampoco habían ocupado otras.
Aquella tarde bajamos al tramo que atraviesa la ciudad de Kezmarok, dragado y canalizado, donde varias represas rompían la monotonía de las largas tablas artificiales. El padre de Vlady nos advirtió que nos centrásemos en las orillas, donde debían estar los peces tras las riadas, pensé que también podía ser porque allí estaría el alimento. Aritz y Carlos disfrutaron de lo lindo pescando a seca, con tricópteros, lanzando bajos las hierbas altas que se combaban desde los taludes, Vlady y su padre hicieron lo mismo, pero desde lejos se les reconocía fácilmente por pescar corriente abajo al contrario que mis amigos españoles. Mientras yo decidí intentarlo al hilo largo con ninfas y ahogadas, me lo estaba oliendo y al sereno lo confirmé: cuando están por la seca, auque no se vean muchas cebadas, lo mejor es la seca. Me dio la impresión de que acudían, atraídos, a ver mis ninfas pero no las tomaban bien y en cambio a seca no daban problemas. Al oscurecer me dirigí hasta una de las presas donde haría un buen sereno a seca con tricópteros de ciervo, esta vez estaba avisado y les dejaba comer bien antes de clavar, también hacia abajo, sin perder apenas picadas. Por otro lado, pude comprobar, como en otras ocasiones, que cuando el dragado dificulta las picadas de tímalos, las truchas, mezcladas con ellos, entran con mayor confianza, imagino que porque su subida es más rápida que la se sus primos de boca pequeña. Carlos se hizo con unos "chubbs" descomunales bajo un puente, al igual que Vlady quien los pescaba a seca hacia abajo y provocando el dragado con suaves tirones en la línea.
Por la noche cenamos a pie de río, en un típico bar de carretera, con porche de madera, donde unos individuos grades y de mal aspecto, con cadenas de oro y fumando a pesar de la prohibición, discutían con el encargado. Vlady musitó con los labios: ¡MAFIA! La sopa de ajo estaba deliciosa y el precio de la cena siete euros.
Poprad 2
Volvimos a Poprad pero a la parte baja porque, según nos dijo el presidente del club de pesca local, cuando visitamos sus instalaciones para obtener los permisos, allí había bastantes huchos y, a pesar de no ser la mejor época, tenía la oportunidad de hacerme con uno de ellos. Aquellos locales eran impresionantes, toda una casa de tres plantas con jardín y barbacoa, no creo que en España haya algo igual. Nos dijeron que si volvemos otro año tenemos allí doce camas a nuestra disposición.
Comencé pescando a estrimer aguas abajo para tentar a los huchos pero no llegué a ver ninguno. Las truchas en cambio picaban con locura, no recuerdo haber visto a las marrones tan agresivas con el estrimer y no será por falta de ocasiones. Su favorito, un estrimer oliva con algún brillo nácar. Por cierto, la ninfa para las truchas allí, sin discusión, una del número 10 en pavo real y bola naranja de 3.5mm. no fallaba. Lanzaba dos estrimers aguas abajo al cruzado sin apenas tirones, como pescan a ahogadas los irlandeses, y los arreones eran espectaculares.
Desanimado al no ver a los huchos convencí a mis amigos para subir a pescar donde lo hiciéramos el primer día, cometí un error pues se levantó un fuerte viento de cara muy desagradable y los peces abajo eran mayores. De los errores también se aprende, y cuando subía hacia el coche, con la muñeca dolorida de lanzar contra el viento me junté con Carlos que bajaba pescando a seca, como Vlady le había enseñado. Resulta que esa es la mejor alternativa cuando el viento convierte presentación y dragado en una pesadilla, al mismo tiempo los tímalos no son tan huidizos como la trucha, permitiendo al pescador acercarse corriente abajo sin dejar de picar y volviendo a colocarse al paso de éste.
Zilina
Vlady reservó, a la espera de que mejoraran las condiciones, el mejor río para el final: no podía haber más peces allí, era increíble, lástima que no hubiera truchas mayores. A Carlos le ocurrió, dos veces seguidas, que mientras ataba una ninfa con la otra colgando del bajo, le picaron sendos tímalos metido en la badina de una represa.
Zilina es otro tramo urbano (bañistas incluidos), estrecho, dividido en represas, con mimbres y sauces cubriendo las orillas. Aquí me ocurrió algo que gráficamente expone las diferencias entre la pesca del tímalo y la trucha al igual que las preferencias de los pescadores de una y otra especie.
Vlady y yo dejamos a nuestros compañeros junto al coche y nos dirigimos aguas arriba, a un tramo entre dos presas. Bajo la primera presa la corriente se iba ralentizando hasta ganar profundidad en la siguiente presa. Vlady, sin pensarlo se situó en medio, donde apenas cubría y la corriente era demasiado rápida para pescar a seca y yo, seguro de mí mismo, me coloqué más abajo, donde la corriente comenzaba a ganar profundidad retenida por la represa.
Pensé que mi compañero eslovaco había entrado allí para subir enseguida a la presa pero me equivocaba: no pararía de sacar peces sin moverse de un lugar que yo habría descartado en comparación con lo que había encima o debajo. Me vino a la cabeza el lugar que ocupan nuestros barbos cuando suben a la freza. A mí tampoco me iría nada mal: logré muchas comunes, alguna de unos treinta y tímalos muy buenos, también recuerdo el susto que me dio una arco-iris, la única que vi en el viaje, de 45-48cm.(pensé en hacerle una foto pero ingenuamente supuse que vendrían más), que en los primeros envites me hizo pensar que finalmente había clavado un hucho.
La reflexión es clara: la clave con el tímalo es localizar el bando y aprovecharlo al máximo pero para los españoles, que no los tenemos, es bastante difícil porque no vemos atraídos por las posturas de trucha que no suelen coincidir y no sabemos pararnos una vez llegamos a la postura.
Las ninfas más productivas, como en casi todos los ríos, las de pavo real con brinca plata, eso sí: bola naranja para las marrones mientras que plateada para los tímalos.
De regreso, a mitad de camino, paramos a cenar en un restaurante de la franquicia "Harley-Davidson", algo más caro que la media pero con una decoración y un ambiente que merecieron la pena visitar.
Moscas
ALGO DE TURISMO PARA TERMINAR:
A Carlos y Aritz los sacamos a la fuerza de Zilina para no quedarnos sin cenar pero luego, con unas pintas de más, insistieron en ver algo del país, el último día, antes de regresar. Por la mañana subimos a una estación de esquí en los Low Tatras porque los High Tatras, los altos y espectaculares de verdad, estaban muy cubiertos. Cogimos un telesilla y luego trepamos hasta la cumbre, las vistas desde allí son espectaculares, en frente los High Tatras y tras ellos Polonia. Al este, más lejos, Ucrania, a nuestros pies los verdes valles que recorren algunos de los mejores ríos que hemos conocido y en las laderas interminables bosques donde todavía sobreviven osos, lobos y linces boreales.
A la tarde decidí quedarme en el apartamento y echarme una siesta mientras el resto visitaba los alrededores de Liptovski Mara, el embalse aledaño a Liptovski desde donde remontan truchas y huchos de gran tamaño. No pudimos pescar el río Vah, el principal debido a la riada, quizá en el habríamos conseguido algún hucho y a buen seguro, según Vlady, las enormes truchas plateadas que suben desde el embalse.
No llevaba dormido ni minutos cuando los gritos del propietario de la casa me despertaron, no entendía nada pero parecía de buen humor así que no me alarmé. Bajé al jardín y allí me esperaba toda la familia y un francés residente en la zona pero que hablaba español. Sacaron no sé qué licor y el resultado ya se puede esperar, para cuando volvieron mis compañeros, ya habíamos dado buena cuenta del licor y de de varias botellas de tinto francés que trajo aquel buen hombre. Que no me pregunten en que idioma hablamos... Aritz preparó un revuelto de hongos, Boletus Edulis, que la madre de Vlady recogío para nosotros, allí también hay una gran tradición setera, más les vale que no corra la voz.
De madrugada Carlos y su Tom-Tom nos devolverían a Viena, mientras yo dormía la mona, desde donde volamos a Madrid y, tras sólo cuatro horas de retraso y seis de espera en Barajas, aterrizamos en Noáin. Ni un pero, todo a pedir de boca.
PRESUPUESTO Y OTROS ASPECTOS:
Nos gastamos unos 1.000€ cada uno en aquellos ocho días, seis de pesca y me atrevo a asegurar que un buen pescador, con los ríos en condiciones, puede superar las cien capturas diarias de media, de forma que podríamos decir que le saldría a euro la captura. No conozco muchos lugares donde pueda asegurarse lo mismo.
Los permisos cuestan entre 17 y 20, la licencia no lo recuerdo. El alojamiento es barato, el apartamento que nos consiguió Vlady cuesta 20€ (nosotros pagamos 8) por día y para cuatro pescadores en perfecto. Comer en bares y restaurantes, como ya hemos dicho, entre 7 y 20. Curiosamente los supermercados no son tan baratos como cabría esperar, ni la gasolina tampoco. En cuanto al guía, es más que aconsejable porque no todo el mundo habla allí inglés y los ríos son los ríos, aunque en la hostelería siempre hay alguien joven con quien hacerse entender.
En cuanto al coche, el Ford Focus familiar que reservamos habría sido justo para cuatro, el Peugeot 308 que nos dieron se quedó pequeño, por lo que es aconsejable elegir un modelo espacioso o llevar un experto en "Tetrix". No hay que olvidar pagar un seguro completo y el recargo si, como nosotros, cambiamos de país (de Viena-Austria a Eslovaquia), hay que avisar o puede haber problemas. Tampoco hay que olvidar, como nosotros hicimos, comprar el ticket para poder circular en autopistas, allí, como son europeos, no hay peaje, se "fían" pero nos dijo Vlady que si te pillan te crujen.
Si tuviera que resumir este viaje para un pescador interesado en repetirlo, le diría que se trata de un lugar muy interesante, donde la pesca está garantizada a condición de tener cierto nivel con la caña de mosca, pero donde no se prodigan los peces grandes, algo común en esas latitudes que en otras zonas más visitadas solucionan repoblando. El país es completamente seguro si excluimos a los conductores suicidas y los lugares para visitar inagotables, desde el río hemos visto desde castillos hasta parques acuáticos o estaciones de esquí. La gente es fantástica, educada y atenta y, al contrario que en otros lugares, en las tiendas de pesca verdaderos expertos comparten sus conocimientos con el visitante tanto en equipamiento como en los escenarios. Extraña que, siendo tan bajos los salarios, el material de pesca viene a costar lo mismo que en España, quizá porque las grandes marcas marcan precios fijos para Europa, aunque es posible encontrar alguna ganga. Aritz por ejemplo, se compro una caña HENDS de diez pies por doscientos euros, también venden buenas ninfas y no son caras, pero no hay que dejarse engañar, que bien que nos vendieron unas ninfas de tungsteno de 4.5mm que en realidad eran de latón.
Cualquiera interesado puede ponerse en contacto con Vlady en su e-mail, también está en FACEBOOK, habla un perfecto inglés y algo de español.
Dirección: 1. maja 111
031 01 Liptovsky Mikulas
Slovakia
Teléfono: 00421 907605955