La pesca, mucho mejor con Guía
Al menos en tres o cuatro ocasiones, Guy me había enseñado fotografías del río Futaleufú (Río Grande). Recuerdo algunas de ellas con el ancho río azul y las nevadas montañas al fondo. Jesús también me había hablado varias veces sobre lo mismo con un entusiasmo contagioso: "¿Te imaginas en mangas de camisa, pescando en aquellos ríos de aguas cristalinas, y con la nieve al fondo en las montañas?".
No hubo muchos días para pescar en mangas de camisa, es cierto, pero fuera con lluvia o con sol, siempre teníamos a la vista la misma y extraordinaria panorámica: ríos de aguas cristalinas, nieve en las montañas y peces, muchos peces. Luego había que pescarlos, claro, y eso en ocasiones era harto difícil, pero los peces estaban allí. En el río Rivadavia por ejemplo, había zonas de río con peces a la vista y digamos, 30 peces en 100 metros cuadrados más o menos.
Hasta aquí lo bueno –que era muchísimo- pero también hubo una importante dificultad que superar, ya que los días anteriores había llovido muchísimo y los ríos bajaban muy altos. Cuando llegamos, el nivel del río Futaleufú por ejemplo, era metro y medio superior al normal por aquellas fechas, y cuando nos fuimos todavía estaba unos ochenta cm por encima del nivel normal en el verano argentino. En cuanto a los demás ríos que pescamos, todos, aunque en menor medida, estaban también con caudales superiores a los habituales.
Ésta fue realmente la sombra, la nota negativa del viaje, ya que nos privó de pescar a seca y ninfa en muchas posturas del río que ahora quedaban desdibujadas, aplanadas por la crecida. Así que, parafraseando aquello de "siempre nos quedará París" de la película Casablanca, Jesús y yo recurrimos frecuentemente al "siempre quedará el streamer", que nos salvó honrosamente de muchas situaciones complicadas que al final se convirtieron en más que satisfactorias.
Y para quienes planeen pescar en aquellas tierras no estará de más comentar un aspecto muy importante a tener en cuenta, que es la dificultad que existe para acceder a las orillas de los ríos en Argentina, dado que las vías de comunicación son escasas y muy malas, y a eso hay que añadir que los pocos caminos existentes de acceso a los ríos están plagados de vallas, alambradas, etc. que hacen necesario contar con el permisos de los dueños correspondientes para poder franquearlas. Así las cosas, a menos que se disponga de información muy precisa sobre dónde y cómo desplazarse a las zonas de pesca, el único modo de hacerlo con garantías de éxito es contar con un guía experto que disponga de los medios adecuados: lancha o bote para moverse por el cauce, o que tenga los permisos de acceso pertinentes. Jugar a la improvisación a este respecto puede resultar frustrante, y finalmente más caro.
En nuestro caso, este asunto estaba resuelto a la perfección ya que el guía era además dueño de la cabaña en la que nos alojábamos (por cierto, mucho mejor de lo que yo esperaba) y de la "Parrilla-restaurante" próxima a nuestra casa.